LA DANZA FOLKLORICA.

La danza folklórica, danza folclórica o danza típica es un tipo de baile social, a menudo practicado en grupos, que forma parte del acervo o la tradición de una sociedad o una cultura. El término proviene de la voz inglesa folklore y significa “sabiduría popular”.

Estos bailes tradicionales, vinculados con la identidad de los pueblos, manifiestan parte de su imaginario o sus tradiciones a través del vestuario, las coreografías o las fechas del año que conmemoran o celebran.

Las danzas folklóricas suelen ser un espectáculo de carácter social, de importancia cultural e incluso turística. Involucran cierto nivel de preparación y por lo general se dan en el marco de fiestas patronales, celebraciones nacionales o algún tipo de jubileo. No deben confundirse con las danzas ceremoniales ni étnicas, que están asociadas a ritos tribales.

Las danzas típicas son, como todo el folklore, una expresión dinámica y viva, sujeta a eventos y transformaciones que se producen de manera espontánea en el seno de una cultura. Por esta razón, es frecuente ver variantes y reinterpretaciones que cada cierto tiempo incorporan elementos nuevos y que actualizan los bailes tradicionales.

Las danzas en cada región son diferentes, varían según la cultura y las tradiciones, por lo cual podemos decir que es un ámbito del arte bastante diverso al no tener una estructura ni un orden en específico, lo que quiere decir de cierta manera que este tipo de movimiento y arte forma parte intrínsecamente de lo que es la identidad de la población en la que se halle.

Cada paso, cada movimiento, cada giro en una danza folklórica es una ventana a la historia y la cultura de una comunidad. Estas danzas, entrelazadas con mitos, leyendas y creencias ancestrales, encarnan una conexión profunda con el pasado. A través de gestos meticulosamente ejecutados y ritmos que resuenan como latidos de corazón, las danzas folklóricas cuentan historias de amor, valentía, unidad y devoción. Son una manera de transmitir tradiciones de generación en generación, llevando consigo las voces de antepasados que bailaron estas mismas danzas en un tiempo muy lejano.




Los orígenes de la danza folklorica se remontan a tiempos ancestrales, donde el ser humano utilizaba el baile como un medio para contar historias, celebrar la cosecha, honrar a los dioses y consolidar la comunidad. Estas danzas se desarrollaron en la vida cotidiana y fueron influenciadas por eventos históricos, migraciones y el mestizaje cultural

Las primeras manifestaciones de la danza se encuentran en las culturas antiguas, donde los rituales religiosos y ceremoniales eran acompañados por diferentes tipos de danza. En el Egipto antiguo, por ejemplo, la danza tenía un papel central en las celebraciones. Del mismo modo, en las civilizaciones precolombinas de América, las danzas eran esenciales para mantener la relación con lo sagrado y lo cotidiano 

Con el paso del tiempo, muchas de estas danzas comenzaron a ser codificadas y formalizadas, creando estilos específicos según cada región. En Europa, la recopilación y la estandarización de danzas folkloricas dieron lugar a formas más evolucionadas, que posteriormente influyeron en el desarrollo de la danza de salón. En América del Norte y del Sur, el cruce de culturas resultó en las nuevas imágenes y representaciones dancísticas que se integraron en el patrimonio cultural de estos continentes.

Orígenes prehistóricos y su función social (antes del 3000 a.C.)

Los orígenes de la danza folklórica se remontan a tiempos prehistóricos, cuando los seres humanos comenzaron a utilizar el movimiento como forma de expresión y comunicación. En sociedades primitivas, la danza cumplía funciones sociales y rituales: servía para celebrar el cambio de estaciones, dar gracias a los dioses y fomentar la cohesión social. Las primeras danzas eran probablemente improvisadas, utilizando movimientos que imitaban la naturaleza y comportamientos animales, lo cual demuestra la conexión del ser humano con su entorno.

El estudio de la danza folklórica en el siglo XIX (1800 – 1899)

Durante el siglo XIX, el interés por la historia de la danza folklórica comenzó a crecer, especialmente en Europa. Investigadores y etnógrafos, como Ruth St. Denis y Maria K. W. Roberte, empezaron a documentar danzas populares con el objetivo de preservar la herencia cultural de diversas comunidades. Estos estudios no solo ayudaron a conservar las tradiciones existentes, sino que también llevaron a un resurgimiento del interés público por lo que hoy conocemos como danzas folklóricas. Surgieron así grupos danzarios y festivales dedicados a la exhibición de estas tradiciones.

Impacto del siglo XX en la danza folklórica (1900 – 1999)

El siglo XX marcó un período significativo para la danza folklórica, impulsando su evolución en todo el mundo. A medida que las naciones iban buscando su identidad cultural, se comenzaron a crear academias e instituciones dedicadas a la enseñanza y difusión de la danza folklórica. En países como México, Argentina y España, la danza se convirtió en un símbolo de orgullo nacional y de resistencia cultural ante la modernización y la globalización. En el contexto de la evolución de la danza en el Perú línea de tiempo, podemos observar cómo estas influencias globales también han resonado en la rica tradición danzaria del país.

La creación de academias y festivales (1950 – 1970)

Con la creación de diversas academias y festivales a mediados del siglo XX, la danza folklórica comenzó a recibir una atención formal y académica. Festivales como el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar y el Festival de Danza Folklórica de México sirvieron como plataformas para mostrar la riqueza de las tradiciones autóctonas. Estos eventos promovieron la convivencia entre diferentes culturas y la apreciación de las tradiciones danzarias de diversos pueblos; a su vez, ayudaron a revigorarse y modernizarse para atraer nuevas generaciones de bailarines y públicos.

Casos destacados de países con rica tradición folklórica (1980 – 2000)

*México: En México, se destaca el Ballet Folklórico de México, fundado por Amalia Hernández en 1952. Esta agrupación no solo actuó como un medio de conservación de la danza folklórica, sino que también la elevó al escenario internacional, llevándola a ciudades de todo el mundo. Su importancia radica en que combinó elementos de la danza tradicional con técnicas de ballet, lo que permitió una apreciación más amplia de su riqueza cultural.

*Argentina: En Argentina, la danza folklórica tiene una fuerte conexión con el “tango”, que ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Las danzas folklóricas argentinas, como la zamba y la chacarera, reflejan la fusión de diversas influencias culturales que convirtieron a Argentina en un mosaico de tradiciones y expresiones artísticas.

*Colombia, Perú, Brasil y España: Estos países también albergan ricas tradiciones danzarias. En Colombia, la cumbia y el vallenato resaltan la diversidad cultural, mientras que Perú es famoso por sus danzas andinas, como la marinera y el huaylas. Estas danzas no solo son una expresión artística, sino que también forman parte de la evolución de la danza en el Perú línea de tiempo, mostrando cómo las tradiciones han sido influenciadas por diversos factores históricos y sociales. Entre tanto, Brasil celebra danzas como la samba y forró, que reflejan su herencia multicultural. En España, danzas como el flamenco se han consolidado en la cultura popular, presentándose en festivales de renombre internacional.

El reconocimiento de la danza folklórica en el siglo XXI (2000 – 2023)

En el siglo XXI, la danza folklórica ha obtenido un reconocimiento significativo como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Aclamaciones como las de Ballet Folklórico de México han puesto de relieve la importancia de la danza como expresión cultural y social. Este reconocimiento ha llevado a un renovado interés en la preservación y enseñanza de estas danzas, así como a la creación de espacios para su ejecución en diferentes contextos sociales.

El Ballet Folklórico de México y la UNESCO (2009)

El Ballet Folklórico de México recibió el reconocimiento de la UNESCO en 2009 no solo por su calidad artística, sino también por la forma en que ha representado y promovido las tradiciones culturales de México en el mundo. Esta distinción ha sido fundamental para impulsar la danza folklórica en la conciencia colectiva y en la educación cultural, y ha facilitado intercambios culturales entre diferentes naciones.

La danza folklórica como medio de expresión social (2010 – presente)

La danza folklórica ha evolucionado, adaptándose a contextos contemporáneos y convirtiéndose en un medio de expresión social. A lo largo de la última década, muchos bailarines y grupos han utilizado la danza como forma de protesta y resistencia, reflejando su descontento social a través del arte. Eventos como las manifestaciones en Chile y las protestas sociales en México han involucrado la danza como una herramienta para ilustrar la fuerza de la comunidad y la reivindicación de derechos.

Desafíos contemporáneos y adaptación durante la pandemia (2020 – 2021)

La llegada de la pandemia de COVID-19 presentó desafíos sin precedentes para la danza folklórica. Muchos grupos tuvieron que cancelar presentaciones y festivales, lo que llevó a una disminución de la visibilidad y apoyo a estas tradiciones. Sin embargo, incluso en tiempos difíciles, los artistas encontraron formas creativas de adaptarse, utilizando plataformas digitales para continuar enseñando y presentando danzas folklóricas, asegurando así que estas tradiciones no se perdieran.

Relevancia cultural de la danza folklórica en la actualidad

2022 – presente

En la actualidad, la danza folklórica juega un papel crucial en la preservación de la identidad cultural a medida que el mundo se globaliza. Las comunidades continúan utilizando la danza como medio para conectar con sus raíces, celebrando festividades, transmitiendo enseñanzas a nuevas generaciones y fortaleciendo la comunidad. Además, al ser un recurso pedagógico, se enseña en escuelas y universidades, lo que refuerza su relevancia en el tejido social contemporáneo.




En el mundo actual, donde la tecnología avanza a pasos agigantados y las culturas se entremezclan, las danzas folklóricas enfrentan el desafío de la preservación. La globalización y la creciente influencia de la cultura popular pueden poner en peligro la autenticidad de estas expresiones tradicionales. Sin embargo, este desafío también ha dado lugar a un renacimiento apasionado de la preservación cultural, donde las comunidades se han unido para asegurar que las danzas folklóricas perduren en su esencia pura.                       La evolución de las danzas folklóricas es un baile delicado entre lo antiguo y lo nuevo, donde las raíces y los brotes se entrelazan en armonía. Estas danzas no se resisten a la transformación, sino que abrazan elementos contemporáneos para permanecer relevantes en la actualidad. Un ejemplo inspirador es la danza celta, que ha evolucionado para abrazar fusiones de estilo, al tiempo que conserva su identidad fundamental. Esta evolución creativa permite que las danzas folklóricas sigan siendo relevantes y emocionantes para las generaciones actuales.

En la intersección entre la tradición y la tecnología, las danzas folklóricas encuentran un nuevo escenario global. A través de plataformas en línea, videos y redes sociales, estas danzas viajan a rincones distantes del mundo, donde corazones curiosos pueden experimentar su gracia y significado. La tecnología ha allanado el camino para festivales culturales virtuales, tutoriales en línea y transmisiones en vivo, conectando a personas de todas las edades y culturas con las danzas folklóricas.



Al final de cada actuación, la danza folklórica se despide momentáneamente del escenario, pero su influencia perdura en las memorias y corazones de quienes la han experimentado. Estas danzas son más que simples movimientos; son hilos que cosen el pasado, el presente y el futuro en un tapiz cultural vibrante. Un ejemplo de ello es Beatriz Stroman, quien continúa explorando horizontes en busca de posibilidades que fomenten su crecimiento personal y su sed de aprendizaje. En la actualidad, se encuentra estudiando la Licenciatura de Folklore con especialización en Tango en la prestigiosa Universidad de Las Artes de la Universidad de Buenos Aires. Esta experiencia académica representa una puerta abierta hacia la ampliación de sus horizontes, permitiéndole sumergirse en las raíces culturales profundas de Argentina y enriquecer aún más su repertorio artístico en constante expansión.

A través de su preservación y evolución, las danzas folklóricas continúan narrando la historia de la humanidad, recordándonos que mientras avanzamos hacia un mundo cambiante, nuestras raíces culturales nos mantienen conectados y enriquecidos por la danza eterna de la vida.

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